Qué se considera una zona erógena
Según la definición que podemos encontrar en la Wikipedia (transcribimos literalmente) una zona erógena es lo siguiente:
Se llaman zonas erógenas a las partes del cuerpo humano cuyo estímulo tiene como resultado la excitación sexual. Existen diferencias individuales, de modo que distintas zonas del cuerpo pueden resultar erógenas, y ello en diferente grado, en cada persona. Suelen asociarse a las zonas que presentan más densidad de terminaciones nerviosas y, por ello, mayor sensibilidad además de a los órganos genitales.
Las zonas erógenas más notables del cuerpo de la mujer
En el cuerpo de la mujer las zonas erógenas se encuentran en muchos lugares aparte de en el clítoris, la vagina y los pechos. Y es que si nos atendemos a la definición anterior cualquier parte del cuerpo que tenga una alta concentración de terminaciones nerviosas puede convertirse en una zona erógena. Además, dependiendo de los gustos de cada mujer esas zonas van a variar sustancialmente. A continuación vamos a describir y dividir las zonas erógenas del cuerpo de la mujer según su número de terminaciones nerviosas (sensibilidad) y según si su estimulación directa puede provocar el orgasmo o no.
Zonas erógenas primarias
Las zonas erógenas primarias y las que más terminaciones concentran son el clítoris y los alrededores del mismo, y su estimulación directa cuando existe excitación conduce al orgasmo. Aunque el clítoris es solamente visible en su glande, en realidad toda la estructura nerviosa se encuentra rodeando la vagina por los laterales. La estimulación del clítoris debe realizarse mediante movimientos circulares o laterales, pero sólo cuando la mujer ya se encuentra excitada. En el caso de la vagina la zona más sensible es la conocida como Punto G femenino, en la parte superior de la vagina a unos 4 cm de la vulva. Ambas partes pueden estimularse también mediante juguetes como vibradores o los más novedosos juguetes de ondas que estimulan el clítoris.
Zonas erógenas secundarias
Se trata de otras zonas del cuerpo femenino que también contienen gran cantidad de terminaciones nerviosas y que mediante las caricias y el tacto producen sensaciones muy placenteras e inducen a la excitación. En un estudio de 2014 a 30 mujeres de entre 18 y 35 años se analizaron las sensaciones que transmitían las mismas cuando se les acariciaba alguna de las zonas erógenas conocidas como secundarias. Los resultados fueron que las zonas más sensibles en orden descendente son:
- Los labios (en la boca)
- El cuello
- Los pechos
- Los pezones
- La parte interna de los muslos
- Las nalgas
Aunque este estudio es bastante concluyente de lo que se considera una zona erógena, en realidad las zonas erógenas secundarias varían mucho de una mujer a otra y dependen en gran medida de los gustos de esa persona. Por ejemplo otras zonas que pueden resultar muy estimulantes para ciertas mujeres son los pies, la espalda, el abdomen o las manos. Toda excitación depende en gran medida de cuándo y cómo se acaricie. Por ejemplo el masaje tántrico se centra mucho en varias zonas del cuerpo, muchas de ellas zonas erógenas secundarias.
El órgano más sensible de la mujer: el cerebro
Cuando hablamos de sensaciones físicas, todas ellas están controladas por un solo órgano: el cerebro. La mente juega un papel muy importante en la excitación sexual de la mujer. Todo aquello que podamos hacer o decir que estimule mentalmente a nuestra chica (como por ejemplo los masajes eroticos), acompañándolo además con caricias y atención a las zonas que a ella le excitan, conseguirá que las sensaciones se multipliquen. Prestar atención a sus respuestas, lo que dice o a su lenguaje corporal ayudará a conseguir ese nivel de excitación deseado que pondrá las bases para una relación sexual apasionada y muy satisfactoria.
Los juegos preliminares son clave
En el caso de conseguir excitar a tu chica, ir directamente a los órganos sexuales muchas veces no es una buena idea: que haya excitación no significa que la chica quiera pasar a la penetración. En la mayoría de los casos lo ideal es recrearse en los juegos preliminares tanto como sea posible y que sea la chica la que dé el paso a tener una relación sexual como tal. Los besos apasionados, los roces, las caricias, masturbarse mútuamente o uno delante del otro, jugar con las zonas erógenas de tu chica etcétera, conseguirá estimularla física y mentalmente para que ambos podáis disfrutar de una sesión de sexo plenamente satisfactoria.